El gobierno a la deriva – Por Darío Coria

Por Darío Coria

La Argentina vive momentos muy complicados, llenos de muchísima incertidumbre luego de la conmocionante noticia a nivel social de la muerte del fiscal Alberto Nisman, el 18 de enero pasado. Oficialmente todavía hay poquísimas certezas de lo que ocurrió ese fin de semana entre el 17 y el 18 de enero. El Gobierno Nacional no sólo ha entorpecido desde un primer momento la investigación sobre la muerte del fiscal de la causa AMIA sino que decididamente ha actuado con la clara intención de oscurecer la escena.

Ha presionado a fiscales con su habitual relato cínico y de neto corte patotero. La presidente, en vez de colaborar con la Justicia como corresponde y de acuerdo a su investidura, lo único que hace es opinar con histrionismo, desafiar, descalificar, plantear “hipótesis” sin ningún tipo de argumentos concretos, exacerbar aún más el ánimo de los argentinos con planteos demagógicos y de muy mal gusto en cuanto a lo verborrágico de sus expresiones y que se derriten al simple calor de los hechos.

El lunes 2 de febrero, en un hecho realmente insólito y de extremada incitación a la violencia, el jefe de Gabinete Jorge Capitanich (en su habitual conferencia de prensa matutina que brinda en la Casa Rosada) rompió ante las cámaras un ejemplar del diario Clarín del día domingo, excusándose de manera autoritaria que unas notas allí publicadas “faltaban a la verdad”. Lejos se está de defender a Clarín, puesto que el punto es resaltar una actitud que no registra antecedentes, y por la investidura de su cargo, si tenemos en cuenta a los últimos treinta y dos años de gobiernos civiles constitucionales.

Es que se trata nada más ni nada menos que de un ministro del Poder Ejecutivo y de un gobierno elegido a través de la vía electoral. Este tremendo acto de autoritarismo y de violencia institucional muestra a las claras como el Gobierno se transforma y se desquicia ante la todavía no aclarada oficialmente muerte de Nisman, de cómo diferentes funcionarios del régimen demagógico-izquierdista no pueden siquiera plantear cosas con sentido común ni mucho menos colaborar con la justicia. Todo es nerviosismo y relato desviacionista.

¿Y qué es lo que tanto molestó al patotero y cínico jefe de Gabinete? Básicamente una nota publicada en ese diario en donde se hacía referencia a que Nisman había pensado, y poniéndolo por escrito, pedir la captura de la presidente Cristina Fernández de Kirchner, del canciller Héctor Timerman y de los demás acusados de negociar de manera fraudulenta un acuerdo con Irán en el marco de la denominada “pista iraní”. Recordemos que como noticia impactante, el día 14 de enero Nisman había presentado una denuncia formal contra la mandataria, contra el Canciller Timerman, contra el diputado ultra-camporista Andrés “Cuervo” Larroque, contra el piquetero oficialista Luis D’Elía y contra Fernando Esteche, líder de la organización marxista Quebracho. Lo concreto es que el Gobierno decidió subir un escalón más en su incalificable escalada de intolerancia.

Inclusive, en su conferencia matutina del día 15 de enero, es decir, un día después de la impactante denuncia del fiscal Nisman (todavía con vida), Capitanich atinó a señalar de manera cínica “no es casualidad que exista una estrategia desde el punto de vista de imponer una agenda mediática para tratar de contrarrestar las buenas noticias de la JoArgentina. Las buenas noticias que tienen que ver con un boom y un récord en consumo de carácter receptivo”. Desde ya que su gesto escandaloso y autoritario tuvo una gran repercusión en diferentes diarios y portales del mundo.

Lo verdaderamente llamativo es la actuación poco convincente de la justicia. El martes 3 de febrero la fiscal Viviana Fein (la magistrada que investiga la muerte del fiscal) sostuvo que era verdadera la versión periodística que indicaba que en el departamento de la torre Le Parc se había hallado una versión inicial de la denuncia de Alberto Nisman y en donde se solicitaba la detención de la presidente Cristina Kirchner. En realidad la funcionaria judicial se desdijo.

En principio había negado la existencia del documento en la causa por la muerte del fiscal pero 24 horas después sostuvo que en sus expresiones hubo un «error de interpretación» afirmando: “Los borradores están y están incorporados en el marco de mi actuación; tiene que ver con la causa de la denuncia del doctor Nisman, como anticiparon los medios, con el pedido de detención a la mandataria». Fein aclaró además que era «un borrador que nunca formó parte de la denuncia» y que el fiscal Nisman lo había presentado al juez Ariel Lijo cuatro días antes de morir. Es una desprolijidad tan grande que se nota a simple vista la presión del Gobierno sobre los diferentes magistrados de la justicia. Y en medio de tantas acusaciones bajas y claras muestras de obstaculizaciones por parte del oficialismo, el secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, comparó a Fein con “Droopy”, solicitándole que “no se pusiera la malla” (en referencia a las vacaciones que en principio se iba a tomar la magistrada pero que finalmente no realizó).

Para el ex fiscal Julio César Strassera “Gils Carbó es el ariete del Poder Ejecutivo en la Justicia”, en referencia a la Procuradora General de la Nación. Y a su vez sostuvo: “A la fiscal la rodearon. Ya no puede salir a hablar directamente. Tiene que hacerlo a través de una oficina de prensa que da comunicados. Es Gils Carbó que está rodeando y asediando a los fiscales. Es un escándalo que no tiene nombre”. Strassera señaló además “yo no creo en la teoría del suicidio, hay especialistas que son capaces de fingir cualquier cosa, basta con leer novelas policiales. Pueden dejar huellas de cualquier cosa o no dejarlas. Me parece difícil que se esclarezca”.

A todo esto, y alterando la habitual escenografía de la Cadena Nacional, la presidente habló en sillas de ruedas al país con la clara intención de querer despegarse de las críticas recibidas por sus contradictorias opiniones respecto a la muerte del fiscal Nisman. Y con su habitual verborragia lanzó “nadie le puede decir a la Presidenta que no hable”. Un tremendo cuadro de victimización y con escenario montado para la ocasión, algo que verdaderamente dio lástima. Y ya en el marco de su viaje a China y del ignominioso acuerdo con el gobierno de este país (en un verdadero acto de vasallaje y de sumisión al extranjero) expresó vía Twitter: «¿Serán todos de «La Cámpola? ¿Vinieron sólo por el aloz y el petlóleo?», haciendo alusión a los más de mil asistentes que concurrieron a un evento en ese país asiático. A lo que agregó “sorry. ¿Sabes qué? Es que es tanto el exceso del ridículo y el absurdo, que sólo se digiere con humor. Sino son muy, pero muy tóxicos”. Bueno, a este nivel de cinismo, de desprecio y burla a los argentinos estamos.

Teniendo en cuenta la muy cuestionada pista iraní de la causa AMIA ¿a quién le convenía más que Nisman estuviera muerto? ¿al Gobierno Nacional por verse comprometido seriamente con pruebas muy contundentes del espurio acuerdo con Irán, pruebas que el fiscal Nisman decía poseer y demostrar? ¿a una interna de la SIDE para “tirarle un muerto al Gobierno” y perjudicarlo seriamente? ¿y por qué ocurriría esto último si el kirchnerismo ya es un régimen desgastado, en plena retirada y sin ningún tipo de consenso social?

Los dos gravísimos problemas de fondo que posee la Argentina y que nos pueden aportar mucha luz a la hora de entender la muerte del fiscal Alberto Nisman son dos: La insolente injerencia de los servicios de inteligencia anglo-sionistas en la vida de nuestro país -que tienen sistemáticas relaciones con el poder político de turno- y la impunidad todavía aún vigente del atentado terrorista a la AMIA en el año 1994. Una justicia verdaderamente independiente debería atender todas las pistas (como aquella que apunta a la implosión) y no cerrarse dogmáticamente en una sola. En ambas problemáticas señaladas siempre encontramos el cinismo y la impunidad política. Si la justicia efectivamente comprobara que Nisman fue asesinado es de una tremenda ingenuidad creer que pudo haber sido asesinado con tanta precisión y sutileza sólo por un aparato local y sin contar con la inteligencia externa de algunas de las principales potencias mundiales, incluyendo a Israel.

La Argentina transita en medio de una oscura incertidumbre. Lo ocurrido es un verdadero escándalo y de proporciones todavía aún mayores. Si hubo un suicidio (hipótesis ya prácticamente derrumbada) hay una enorme responsabilidad del Poder Ejecutivo por no haberlo cuidado, y si lo mataron también. Hubo un fiscal que denunció a la presidente y a otros funcionarios y unos días después aparece muerto. Esto es gravísimo.

El Gobierno se encuentra a la deriva y desesperado. Y la presidente, imputada recientemente por el fiscal Gerardo Pollicita, una vez más nos toma de estúpidos a los argentinos, redoblando día a día la confrontación, el clima de violencia, la agresividad, la intolerancia y el autoritarismo impune.

Fuente: Agencia Libre Opinión
http://www.libreopinion.com

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